El primer paso que
dimos fue extender el proyecto a todos los hijos de los empleados. Vía mail les
ofrecimos la posibilidad de hacerles la entrega de 10 lienzos por cada hijo. La
aceptación fue muy positiva y conseguimos repartir algo menos de media
tonelada de papel.
Posteriormente ampliamos la entrega de material a los
colegios de los hijos. Poco a poco el impacto del proyecto iba aumentando, pero
todavía estábamos lejos de repartir todo el papel que teníamos. Por todo ello, decidimos que el proyecto fuese abierto y que repartiríamos a todos los
colegios, hospitales, ludotecas o asociaciones.
El principio fue duro. Cuando llamábamos por teléfono
en muchos casos no nos creían. No estaban acostumbrados a que alguien les regalara material a cambio de sonrisas, por lo que nos tocó salir a la calle y
repartir el material. Cargamos un 4x4 y salimos con la intención de dar a conocer el
proyecto entre los colegios. El objetivo era que experimentasen el proyecto para que viesen que era veraz y así conseguir que, mediante el boca a boca, el reparto fuera
mucho más sencillo.
Al mes de iniciar esta estrategia el proyecto ya estaba
lanzado y tenía su propia inercia. El reparto en los centros se realizaba con
fluidez, la aceptación y credibilidad del mismo era total.
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